En la esquina de la parcela número 12, se ubica esta vivienda de identidad propia.
Delimitando la parcela, se alza un vallado compuesto de lamas de acero orientadas y muros de piedra caliza que invitan a ver la vivienda y a su olivo centenario desde la esquina y a la vez ocultar y dar privacidad a los espacios interiores de la vivienda.
Retranqueada de sus linderos, la vivienda se compone por un juego de volúmenes blancos compuestos de vacío y sombra: el vacío se genera gracias a las grandes luces estructurales, originando en su interior amplios espacios abiertos. La sombra la ofrece el movimiento continuo de los volúmenes: los inferiores de uso diurno y los superiores de uso nocturno que, gracias a su forma, enmarcan las vistas.
La orientación asegura que la vivienda reciba una óptima exposición solar durante el día. En la fachada sur, un profundo porche protege la zona diurna de la intensa radiación solar en verano, mientras permite la entrada de luz en invierno, manteniendo un confort térmico a lo largo del año.
Para acceder a la casa, el visitante cruza una alberca poco profunda que refleja los volúmenes de la fachada, mientras el suave sonido del agua y los juegos de luz crean una atmósfera serena, acompañada por un jardín. Al otro lado, un muro de piedra conduce a la puerta de roble, enmarcada por un porche que ofrece sombra y resguardo.
En el interior, un paisaje de piedra natural sirve como telón de fondo para un amplio salón-comedor con cocina integrada. Estos espacios se conectan visualmente con las áreas exteriores de la entrada, creando una continuidad armónica. La escalera, formada por un basamento de travertino en graderío y peldaños de madera volados, asciende junto a un muro de piedra que se extiende hasta la planta superior. Aquí se encuentran dos dormitorios que comparten un baño, un estudio y la suite principal, con un gran vestidor de madera que separa el área de descanso de la zona de baño.