En la ciudad belga de Mons, Santiago Calatrava transforma una infraestructura ferroviaria en una pieza escultórica de conexión urbana. Concebida como un gran puente habitado, la nueva estación se eleva sobre las vías para unir el casco histórico con el barrio de Grands Prés, actuando como un catalizador arquitectónico entre pasado y futuro.
El proyecto, ganador de concurso en 2006, redefine la idea de estación como un espacio de tránsito que también es un lugar de estancia. Su galería principal —de 165 metros de longitud y 15 de altura— traza un recorrido cubierto y luminoso que invita a cruzar la ciudad desde dentro, entre acero, vidrio y piedra. En ella, la estructura se convierte en ritmo, y la luz, en materia constructiva.
La secuencia de pórticos triangulares, característicos del lenguaje de Calatrava, genera un diálogo entre geometría y transparencia. Las superficies acristaladas permiten que la luz natural inunde el interior, modulada por elementos de madera y piedra caliza que aportan calidez al espacio público. Una gran claraboya practicable recorre el eje central, garantizando ventilación natural y confort climático.
Más allá de su imagen icónica, la estación responde a una compleja infraestructura multimodal. Siete vías de pasajeros, andenes de 350 metros y 29 paradas de autobús se articulan en un sistema eficiente que integra también zonas para taxis, aparcamientos subterráneos y áreas comerciales. Todo ello bajo una lógica estructural coherente, donde las grandes cerchas de acero prolongan la expresión tectónica del conjunto.
Con más de 2.100 m² de locales, 3.500 m² de oficinas y 12.000 m² de zonas verdes, el edificio se consolida como un nuevo centro de actividad cívica para Mons. Su arquitectura no solo resuelve la movilidad contemporánea, sino que construye identidad, transformando un área antes fragmentada en un punto de encuentro urbano.
La estación ferroviaria de Mons se presenta así como una obra donde la ingeniería se funde con la poesía de la forma. Una pieza que, fotografiada por Oliver Schuh, revela el dominio espacial y estructural de Calatrava: una arquitectura que une, que respira y que mira hacia el futuro de la ciudad.
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