Se decía que en Andalucía a un constructor le bastaba la medida del patio para construir una casa a su alrededor.
Esta casa comparte ambas cosas: el patio y el origen andaluz, pues pertenecía a una pintoresca urbanización de los años 50 donde se realizó un experimento: Recrear la arquitectura tradicional andaluza en un pueblo de la costa dorada catalana.
La casa, con los años y diversas ampliaciones que incluyeron una nueva planta, quedó alterada y el patio central fue relegado a una condición residual, sin apenas conexión con el interior de la vivienda.
El proyecto buscó recuperar el patio, incorporándolo de nuevo a la casa, pero ahora, como espacio interior. Su origen exterior aún se mantiene como un recuerdo gracias a la luz que entra desde lo alto y por el suelo rehundido que aún refleja la cota original de la construcción.
Esta pieza organiza la planta formando un centro sin ningún uso definido. Es un cruce de miradas que recorre la casa tanto en planta como en sección. El acceso, el comedor, la sala, las habitaciones superiores y el exterior se encuentran en este punto.
El perímetro de la casa se ha extendido mediante un nuevo porche formado por una crujía de arcadas que suavizan la transición entre el interior y el exterior .y al mismo tiempo resuelve el juego de cubiertas de la casa. Este nuevo espacio es como un abrazo que protege la casa. La cuida de la luz excesiva del verano y la hace entrar domesticada en el interior mediante el reflejo del pavimento. Gracias a este nuevo porche, protegidas del sol y la lluvia, las carpinterías de madera pueden enrasarse por el exterior del cerramiento, casi queriendo proyectarse hacia afuera, dejando en el interior las aristas blancas de los muros.
Hemos tratado de construir asumiendo el lenguaje propio de la casa sin prejuicios, donde los arcos, el revoco blanco, los porches y el patio son los motivos principales. Un lenguaje, que aun dentro de su pintoresquismo nos habla con toda sinceridad de luz blanca, de sombras frescas y de espacios de estar.