Configurada como una pastilla alargada a lo largo de la dimensión mayor de la parcela, la vivienda se rota respecto a los linderos de la misma para buscar la orientación sur, tanto como permiten los retranqueos de la normativa urbanística. De esta forma se consigue un posicionamiento casi perfecto respecto de los puntos cardinales. La mitad norte de la planta se reserva para circulaciones y espacios de servicio, mientras que los espacios vivideros se sitúan en la mitad sur. El esquema se completa con un pequeño volumen exento, barbacoa y aseo, que aparte de sus funciones prácticas, sirve para bloquear el potente sol de la tarde.
Orientar la casa hacia la luz de mediodía, buscar la salud y el bienestar asociados a un buen soleamiento, es una lección que podemos extraer de la arquitectura popular y también uno de los paradigmas del Movimiento Moderno. Pero al mismo tiempo sabemos (como ya sabían los antiguos) que esa exposición debe controlarse, más aún en el contexto del cambio climático y el calentamiento global. La vivienda rural siempre colocaba delante de la fachada sur una parra sujeta por una mínima estructura metálica. De hoja caduca, protegía del sol en verano y lo permitía en invierno, aportaba frescor y proporcionaba alimento. No se podía conseguir más con menos. Desgraciadamente, el mantenimiento que requiere hace que en muchos casos se opte por soluciones alternativas, como las que encontramos aquí. La fachada sur de la vivienda, a diferencia de la norte, está animada por todo un juego de entrantes y salientes cuyo objetivo es procurar una adecuada relación con el sol. Entre ellos tenemos la gran bandeja volada que protege la zona de estar exterior, un elemento que se separa de la propia fachada mediante una ranura acristalada que refuerza su ligereza y la continuidad entre el interior y el exterior. Tenemos también la previsión de un gran toldo en su extremo volado para conseguir protección adicional en aquellos momentos del año en los que el sol aún está bajo, pero calienta en exceso.
Podemos añadir la gran embocadura que unifica y protege los huecos de despacho y dormitorios. Y sumamos por último persianas replegables de lamas orientables en dichos huecos, que de nuevo proporcionan al habitante de la vivienda la posibilidad de controlar activamente la incidencia solar.
Junto con la protección solar, la ventilación es el otro elemento clave para el confort térmico de la vivienda. En este caso, un pequeño patio junto al acceso principal sirve como chimenea solar para forzar de forma natural la circulación del aire, tanto en planta sótano como baja. Al mismo tiempo, es un pequeño pulmón verde en el corazón de la casa que permite disfrutar a una de sus habitantes de su pasión por la jardinería.