El proyecto resiste la tentación de conformarse con una presentación callejera de la arquitectura doméstica privada. En su lugar, la arquitectura favorece un lenguaje cívico y despliega motivos como una falsa columnata, volúmenes sencillos de dos pisos y una marquesina de entrada en voladizo en la fachada del edificio, que puede ser disfrutada (vista) por el público en general.
Las paredes ligeras revestidas y los ladrillos están pintados de blanco brillante para formar una composición geométrica que se asoma detrás de los verdes y naranjas, insinuando el parque nacional oculto detrás de la casa.
Programáticamente, formalmente y en respuesta a las condiciones del sitio, el esquema prioriza el volumen oriental, que alberga el programa de cocina, sala y comedor. La familia otorga una gran importancia a las comidas, a comer y a pasar tiempo juntos; nuestra arquitectura refleja esta prioridad con un gran espacio de doble altura que disfruta del aprovechamiento solar gracias a las ventanas clerestoriales al norte en un lado y a una extensión de 11.5 m de paneles de vidrio deslizantes que
se abren al parque nacional en el otro.
Los dormitorios, garajes y oficinas domésticas están apilados en dos pisos al oeste del sitio, en un volumen menos expresivo y más utilitario, servido por una escalera de caracol, que ofrece vistas del parque más allá.