
El proyecto se guió por la búsqueda de claridad, sobriedad y atemporalidad; cualidades que se revelan sutilmente en la forma en que se despliega el espacio y se combinan los materiales. La esencia del proyecto reside en el equilibrio: entre sombra y luz, plenitud y vacío, refugio y apertura.
Enclavada en un denso pinar, la renovación de esta casa buscó difuminar los límites entre el interior y el exterior, fomentando una conexión más profunda con la naturaleza y la luz.
Una de las decisiones clave fue la reubicación de la escalera. La estructura original, demasiado grande, invadía la sala de estar y comprometía la fluidez del espacio. Al trasladarla al recibidor (anteriormente sobredimensionado), se ganó espacio útil y se creó un vacío de doble altura inundado de luz natural. Se introduce un gesto escultórico con dos escalones de piedra, separados de la pared y del tramo restante, casi como elementos independientes y una pieza escultórica. La escalera continúa en madera, integrando un discreto espacio de almacenamiento debajo y combinando funcionalidad con claridad espacial.

Para facilitar esta nueva conexión vertical, los dos amplios baños de la planta superior se rediseñaron en versiones más pequeñas, lo que permitió aumentar el espacio vertical y mejoró la organización general. La barandilla del entrepiso también se sustituyó por un nuevo elemento que funciona como estantería, un elemento práctico y poético.
La chimenea se rediseñó por completo: la antigua chimenea de piedra con la chimenea a la vista se sustituyó por una pared metálica gris oscuro, interrumpida únicamente por una abertura que da la bienvenida al fuego: un gesto elemental y abstracto. En la fachada que da al jardín, grandes ventanales franceses acercan la casa al paisaje y dejan entrar la luz.
Otros cambios optimizaron la vida diaria: el antiguo baño de servicio se convirtió en un aseo de invitados al invertir el acceso, y el antiguo baño de invitados, que daba a la cocina, se transformó en el baño de la suite principal. La pérgola se rediseñó y ahora extiende esta suite, creando un espacio exterior protegido y sombreado, con aberturas laterales que filtran la luz y diluyen el volumen.
El exterior también fue renovado a fondo. La piscina, que antes tenía una forma orgánica y semejaba un frijol, se rediseñó como un espacio rectangular para relajarse y tomar el sol. Su interior y sus alrededores se cubrieron con baldosas de terracota verde botella hechas a mano, integrándose a la perfección con el césped y el pinar.

El anexo se rediseñó y reconcibió como tres volúmenes más ligeros. Las entradas se retranquearon y se marcaron con vidrio opalescente, fragmentando el volumen y sugiriendo diferentes usos: lavandería, almacenamiento y áreas técnicas. Este ritmo se repite en la nueva pérgola, con interrupciones laterales que reducen el impacto visual y permiten la entrada de luz.
Madera, piedra y vidrio conviven con detalles artesanales, especialmente en los baños superiores. La arquitectura da paso a la atmósfera. El proyecto buscó establecer una arquitectura silenciosa, donde la precisión de los gestos construye una relación duradera entre el espacio, el uso y el contexto.