Su emplazamiento en el paisaje verde y ondulante del parque regional de El Valle y Carrasco y, en la urbanización de Montevida, confieren al proyecto de esta casa unas condiciones de partida de una enorme calidad arquitectónica.
Una ubicación además favorecida por su posición en el extremo sur del conjunto residencial, que libera de parcelas colindantes su alzado principal y permite fugas visuales amplias y libres hacia un bosque de pinos infinito.
Orientada a sur y de proporción muy alargada, con un marcado eje longitudinal, el principal elemento diferenciador de esta parcela es un gran prisma blanco abierto al bosque en forma de cubo que apoya sobre unos muros de mampostería crema marfil semiajustada.
El conjunto de todas estas características unida a la climatología murciana, hacen de este emplazamiento un lugar idílico donde saborear la vida al aire libre, imponiéndose el espíritu extrovertido de un marcado carácter mediterráneo.La aparente sencillez del prisma blanco incrementa su complejidad espacial troquelándose en la zona central para permitir la conformación de un gran lucernario que inunda de luminosidad los interiores.
La blancura de la pieza principal contrasta con la materialidad pétrea de los volúmenes inferiores y laterales, orientándose para captar unas visuales controladas y privativas. Y en los interiores, entre grandes superficies acristaladas que conectan el bosque con la vivienda, el cálido tacto de la madera natural de roble mallado vertebrando todos estos espacios.