La pendiente del terreno fue determinante para la solución adoptada. El declive existente de sur a norte dio lugar a un falso sótano, donde se ubicaron el garaje, el salón y las áreas de apoyo. El piso superior une longitudinalmente estos dos volúmenes separados, creando un espacio de estacionamiento cubierto, lo que origina una volumetría más ligera, tipo puente, que se relaciona con el jardín circundante.
En este cuerpo, en el piso superior, se encuentran los espacios sociales, con la cocina y las salas totalmente abiertas hacia el sur y el despacho, que se orienta hacia el oeste.
El cuerpo de los dormitorios, el núcleo más íntimo, remata el conjunto hacia el oeste, descansando en la elevación del terreno y aprovechando las vistas sobre el pinar que se extiende hasta el fondo del terreno. Los dos cuerpos se conectan a través de un corredor-puente acristalado que permite que el jardín fluya por debajo.
La vivienda, privilegiando las vistas y la relación con el jardín circundante, se orienta principalmente hacia el sur, en torno a la piscina exterior, que ocupa una cota intermedia entre el sótano y la planta baja.
La implantación determinó la organización funcional de los espacios exteriores y su relación con el interior. La entrada de la vivienda se realiza desde el norte, al nivel de la planta baja, a través de una rampa suave, paralela a la cual se dibuja otra rampa de acceso para automóviles, que conduce al sótano y al garaje.
El objetivo del proyecto, partiendo de los supuestos y condicionantes del lugar, fue crear una vivienda integrada en su entorno, privilegiando la relación entre los espacios interiores y exteriores, creando zonas diferenciadas en función de las vistas, del sol y la sombra, y de la funcionalidad de cada espacio, buscando una conexión fuerte con el terreno.