Desarrollar un proyecto para una casa cuyo fin es exclusivo para estancias de vacaciones, nos desafió a tratar de desarrollar un concepto espacial y programático que reflejara esta especificidad. Tratamos de entender cuáles podrían ser las cualidades inherentes a una casa de vacaciones, con un uso temporal por varias familias. . . y nos centramos en algunas características que nos parecieron esenciales: una organización espacial interior que permitiera una fuerte convivencia entre sus usuarios, una relación muy cercana con el exterior y una atmósfera que reviviera la morfología de las casas de campo, tradicionales portuguesas. Así pues, nuestra propuesta ha dado lugar a un diálogo inusual entre lo moderno y lo tradicional.
En el exterior buscamos desarrollar un lenguaje marcadamente contemporáneo, con formas puras y simples, explorando la relación entre dos volúmenes rectangulares con volumetrías distintas. Estos volúmenes ocultan, sin embargo, un interior que explota una espacialidad que aprovecha los tejados de dos aguas, tan característicos de las casas de campo tradicionales. A pesar de la aparente modernidad de la volumetría, hemos dotado al exterior de materialidades que también aprovechan las características vernáculas, en particular el uso de madera en las puertas, así como el uso del ladrillo cerámico en color blanco, que transmite una ruralidad tectónica. Existe, por lo tanto, una relación de armonía entre premisas que son herencias de la arquitectura popular tradicional y principios que reflejan el paradigma contemporáneo del habitar.
La fachada frontal es la más reservada, ya que la vivencia de la casa está orientada hacia el interior del patio, donde se sitúan los principales espacios exteriores de convivencia. La propia entrada principal está protegida por una pared que mejora la privacidad. Del mismo modo, en el área de estacionamiento, ubicada en el lado derecho de la casa, se colocó otro muro para dotar a la zona de la piscina a la tarde, en el patio, de mayor privacidad. Un comedor al aire libre complementado con una barbacoa extiende la cocina hacia el exterior, espacios a la sombra de una planta de jazmín que ofrece aroma y sombra en los calurosos días de verano. Las ventanas más grandes en el área de la cocina y la sala de estar, refuerzan la relación con el área al aire libre y la piscina.
En el interior, se continuó explorando el diálogo entre lo vernáculo y lo tradicional. A través del repositorio de nuestro imaginario, se exploraron características de las casas rurales que nos acompañan, particularmente casas con pies verticales variables y con la presencia de las pendientes de los tejados en el interior. Así, en las dos zonas sociales de la casa – la sala y la cocina – se buscó explorar la plasticidad volumétrica del techo de dos aguas, con diferentes alturas, creando jerarquías espaciales y una dinámica estimulante para quien vive la casa.
Quien está fuera no puede idealizar la riqueza espacial del interior, ni quien está dentro entiende cómo el exterior presenta un lenguaje tan elegante y minimalista. Esta ambivalencia se traduce en una casa moderna para una experiencia de campo!
