La proliferación de casas en las afueras de Teherán refleja más que un deseo de escapar de la densidad de la ciudad. Estas viviendas encarnan una vibrante búsqueda de ocio y convivencia. La interacción dinámica entre los espacios interiores y exteriores, junto con una exploración lúdica de diferentes épocas arquitectónicas, crea una atmósfera de sorpresa y vitalidad. Las casas que conforman este proyecto son escenarios para la celebración de la vida, donde residentes e invitados pueden pasear, descubrir y sumergirse en un mundo de fascinación. Espacios que ofrecen un aliciente para estimular el gusto y la curiosidad de sus habitantes, donde lo inesperado aporta una cualidad sensorial especial a la mente del espectador. El juego de volúmenes sólidos y vacíos, diversos caminos y escaleras no sólo fortalece la permeabilidad de los espacios, sino que también brinda a los espectadores la oportunidad de explorar el volumen y volverse uno con la fluidez de los espacios a medida que sus recuerdos evolucionan.
Los vacíos, con sus inclinaciones dialogando con habitaciones también vacías dentro de una caja relativamente ordenada y estática, comenzaron a crecer. La casa, por su apertura por dos lados (norte y oeste, orientada a vistas deseables y desprovista de vecinos) y su cierre por los otros dos lados (por posibilidad de vecinos por el este y sur), presenta un carácter extrovertido-introvertido. tipología; un volumen extrovertido que abarca una variedad de patios internos y espacios intermedios. El gran patio norte, que mantiene la mayor distancia del volumen, muestra un edificio relativamente transparente y extrovertido al entrar, mientras que el pequeño patio sur, con sus múltiples ejes de luz, crea espacios internos más pequeños.
El patio semicentral, ubicado en el corazón del proyecto, conecta con vacíos cubiertos y abiertos en las tres plantas, manteniendo un grado de continuidad. Como un tronco robusto, reúne espacios a su alrededor y guía la luz hacia las profundidades del subsuelo. En este patio interior más profundo, se plantó un árbol, que sirvió como marcador del paso del tiempo para los residentes. A medida que crezca tendrá una presencia cada vez más destacada en los espacios interiores. Simultáneamente a la experiencia de acercarse al volumen y observar sus fachadas abiertas, el proyecto busca suspender al máximo el edificio de su contexto. La conexión visual mínima con el patio norte, mediante el uso de una larga escalera y una zona para sentarse, proporciona una cualidad sensorial diferente a la experiencia de sentarse y contemplar el patio de recreo.
Además, crea un espacio acogedor y único en el corredor subterráneo norte. De esta manera, el volumen busca preservar visualmente su naturaleza cúbica y realzar su calidad escultórica. Aunque el programa sigue la división convencional en ocio (sótano), vivienda (planta baja) y vivienda (primer piso), la conexión continua de espacios vacíos con diferentes posibilidades de acceso, que no necesariamente penetran en los espacios internos, permite implícitamente el deambular y maximizar la capacidad de los espacios vacíos cerrados en diferentes niveles (el acceso vertical y horizontal dentro del edificio permite una presencia y exploración continua en la mayoría de los espacios al aire libre). Además, la presencia de vacíos organiza las estancias como islas y, a modo de personaje efectivo, su color y la textura del ladrillo animan el espacio interno.
Por ello, los espacios sólidos se marcan con un color blanco, y los espacios vacíos tienen una concentración de ladrillos, formando una dualidad entre espacios ligeros y pesados. De esta manera, la presencia de varias terrazas y patios, junto con espacios públicos y privados, busca responder a la necesidad humana natural de beneficiarse de la naturaleza, cuyo ambiente alejado de la bulliciosa ciudad de Teherán ofrece una mayor acogida a sus residentes.