Los condicionantes, el entorno y las técnicas usuales de los albañiles de la zona nos imponen el resultado. La casa de nueva construcción está ubicada en una finca agrícola de la Mancha alta conquense, en el municipio de Zafra de Záncara. La finca se compone fundamentalmente de campos de cultivo salpicados de arbolado aislado. Al norte del lugar elegido por el propietario para construir su casa y en paralelo al camino de acceso hay una fila de almendros. La casa queda construida en un lugar casi plano, con ligera pendiente hacia el sureste y situada en la parte alta de un cambio de vertiente, disfrutando de largas vistas a los campos de cultivo. El clima es hostil, con un invierno largo, frío y ventoso, por el contrario el verano es seco y caluroso.
El propósito de la casa es ser el lugar donde el propietario pase los fines de semana y desde allí pueda seguir el desarrollo de las labores agrícolas. Por el tiempo que la casa pasa deshabitada la rapidez en calentar la casa era una preocupación de partida así como la ausencia de suministro eléctrico.
Los albañiles de la zona usualmente construyen con bloque de termoarcilla, lo que nos llevó a decantarnos por muros de carga de bloque de termoarcilla de 29cm que junto al aislamiento y el trasdosado interior nos llevan a tener muros de más de 40 cm de espesor que protegen sobradamente de las hostilidades del clima. Las ventanas son pequeñas, en las habitaciones de la casa te sientes como un conejo abrigado en su madriguera y las ventanas cuadradas de 50×50 son marcos que encuadran las vistas de los campos.
El agua necesaria para la vivienda se obtiene de un pozo cercano y debido a la ausencia de suministro eléctrico, el bombeo del agua se lleva a cabo mediante una magnífica instalación solar fotovoltaica que también da suministro eléctrico a la casa. Esto hace que los dueños de la casa puedan disfrutar del paso de las estaciones y los cambios de los cultivos durante todo el año de una manera 100% autosuficiente y sin depender de ningún suministro externo. La calefacción de la vivienda se resuelve con una caldera de biomasa que unida al buen aislamiento de la vivienda hace que la casa en pocas horas esté caliente y disponible para ser habitada hasta en los días más fríos de los gélidos inviernos conquenses.
La casa se articula en dos volúmenes, para dar privacidad a las habitaciones y entre un juego de tapias que nos generan agradables zonas para estar. Estas tapias unas veces nos sirven para protegernos de los gélidos vientos del norte, otras para que el conjunto se adapte a la topografía o para ocultar las placas solares que dan suministro eléctrico y agua a la casa. Así, el conjunto queda con una mayor integración con el terreno, esto unido a la utilización de teja recuperada de un derribo de la zona y al buen hacer de Julián, el albañil que ha construido la casa, hace que quienes han visto la casa no se crean que sea una edificación nueva y nos digan que parece la rehabilitación de una construcción existente lo que para nosotros es lo mejor que nos pueden decir del proyecto.