
El nombre de Casa da Ria se debe a su proximidad con la ría de Alvor,
sobre la cual la vivienda ofrece una vista elevada y cambiante,
proporcionada por el vaivén de las mareas.
La parcela es amplia y con una inclinación pronunciada hacia el noroeste, donde las vistas se abren hacia el este y el sur, y la luz se intensifica. Aquí, los espacios exteriores y las sombras se vuelven más apetecibles, para disfrutar de los placeres de un clima templado durante todo el año.
Se renuncia a uno de los tres pisos permitidos para garantizar un mayor equilibrio, horizontalidad y relación con el entorno ajardinado predominante, donde se sitúan la piscina y las zonas de ocio al aire libre.
De este modo, también se reduce el impacto visual. El edificio casi desaparece hacia el noroeste, por donde se accede, a través de una pasarela que atraviesa el jardín.

Se entra por la planta inferior, a través de un espacio estrecho y deliberadamente alto, que conduce a una sala abierta y transparente, de doble altura, que constituye el centro y eje de la vivienda. Desde allí parte una escalera abierta que conecta con la planta superior y el sótano semienterrado. Desde ese punto también se observa la pasarela suspendida que lo cruza y da acceso a todos los espacios de esa planta.
Desde el salón se accede a la cocina abierta, al dormitorio y a la intimidad de su patio privado, así como a la amplia terraza frontal que establece una conexión física y visual con el jardín y la piscina.
La planta superior, diáfana y abierta, alberga dormitorios, zonas de trabajo y espacios de ocio.
Bajo la Planta 0 aparece un área suplementaria, prácticamente enterrada, destinada a aparcamiento, almacenamiento y zonas técnicas.
Un volumen predominante, horizontal y blanco, recortado y de gran plasticidad, se complementa con planos horizontales superpuestos, desfasados y ligeros, que se apoyan sobre un basamento al que el revestimiento de hormigón visto le otorga peso. Paradójicamente, un toque más sutil en el verde vivo y orgánico también forma parte de la casa y se disfruta en ella.

Desde los patios y terrazas se percibe tanto la intimidad de un espacio recogido como la amplitud de unas vistas fantásticas que se pierden en el horizonte.
La Casa da Ria es interior y exterior, naturaleza y arquitectura, luz y sombra, apertura y recogimiento.
Pero es ligera y elegante, diseñada con el perfume de la luz mediterránea.