
Esta vivienda unifamiliar aislada se erige como un manifiesto arquitectónico donde la geometría y la materialidad dialogan en perfecta sintonía
Con una composición de volúmenes precisos y bien definidos, el proyecto celebra la pureza de las formas y la riqueza de los materiales, estableciendo un equilibrio entre la fuerza estructural y la sutileza de la luz. Cada elemento arquitectónico ha sido concebido para potenciar la experiencia espacial, con juegos de llenos y vacíos que permiten la integración del entorno. La luz natural se convierte en un material más, recorriendo las superficies y acentuando la textura de los materiales nobles empleados en la construcción.

La relación entre la vivienda y su paisaje se enfatiza a través de una conexión fluida con los jardines exteriores, donde la arquitectura se diluye en el entorno mediante grandes aperturas y transiciones sutiles entre el interior y el exterior. En este juego de integración, el agua adquiere un papel fundamental con una piscina desbordante en sus cuatro lados. Su diseño genera una lámina de agua continua que se funde con el pavimento de la terraza y el jardin, ampliando la percepción del espacio y reflejando el cielo, la luz y la naturaleza circundante.
Los volúmenes, estratégicamente dispuestos, generan transiciones fluidas entre los espacios interiores y exteriores, favoreciendo una conexión orgánica con el paisaje circundante. La materialidad, cuidadosamente seleccionada, aporta calidez y carácter a la vivienda, destacando su identidad a través del contraste entre texturas rugosas y lisas, opacas y reflectantes.

Más que una residencia, este proyecto representa una exploración de la arquitectura como lenguaje, donde cada línea, cada sombra y cada material cuentan una historia de armonía, precisión y atemporalidad.