Los antiguos griegos, etruscos y romanos implementaron en sus residencias aristocráticas un nuevo sistema arquitectónico conocido como compluvium, diseñado para canalizar el agua de lluvia hacia el impluvium. Esta estructura, situada en el corazón de la domus, no solo tenía una función práctica inicial de expulsar el humo de las fogatas internas, sino que evolucionó para mejorar aspectos fundamentales como la iluminación natural, la ventilación de los ambientes y la acumulación eficiente del agua de lluvia.
Con el tiempo, el compluvium aumentó en tamaño y complejidad, convirtiéndose en un elemento crucial para la estética y funcionalidad de la casa, optimizando el confort y el bienestar de sus ocupantes. Este sistema no solo reflejaba la sofisticación técnica de estas culturas, sino que también subrayaba la importancia del agua como recurso central en la vida doméstica y ritual.
En el contexto contemporáneo de esta casa ubicada en el centro de Madrid, esta tradición arquitectónica se reinterpreta para adaptarse a las necesidades actuales. La casa, al igual que las antiguas domus, utiliza un elemento central que proporciona privacidad frente a las construcciones vecinas, al mismo tiempo que organiza el espacio interior. Las habitaciones y áreas comunes se distribuyen alrededor de este núcleo, abriendo vistas hacia el patio interior.
La funcionalidad dual de este diseño permite que la casa disfrute de una espacialidad abierta y fluida, mientras mantiene una atmósfera protegida. La interacción entre el interior y el exterior se enriquece mediante la presencia de una lámina de agua en el patio, la cual no solo refresca el ambiente, sino que también ofrece un punto focal visual y acústico. Esta lámina de agua está estratégicamente colocada para aprovechar las vistas elevadas sobre las casas adyacentes, ofreciendo un escaparate visual hacia el cielo y los elementos naturales, recordando la funcionalidad original del compluvium romano.