La vivienda se ubica en una parcela con fuerte pendiente que desciende hacia el sureste frente a la bahía del Portitxol en Jávea. Enclave privilegiado de gran belleza delimitado al norte por la isla del Portitxol y al sur por el mirador de la Punta del Cap Negre. El planteamiento del proyecto se basa en adaptarse a la geometría de la parcela y elevar la zona de día incluyendo la terraza y la piscina al mismo nivel superior.
De esta forma se aprovecha la orientación sur que coincide con las mejores vistas hacia al mar Mediterráneo. La volumetría del proyecto responde a la orientación, geometría y pendiente de la parcela. La accidentada topografía hace que, lo que en principio parece desventaja, termine marcando de forma decisiva la morfología arquitectónica del proyecto.
La vivienda se plantea como un conjunto de sinuosas plataformas que se deslizan entre sí adaptándose a la escarpada orografía en un escalonamiento acompasado con la pendiente natural del terreno. La imagen de la fachada sureste queda definida por la horizontalidad y el sinuoso y libre vuelo de dichas plataformas, que recortadas contra el privilegiado paisaje, parecen levitar ingrávidas.
En cada una de las plantas, las terrazas bordean ininterrumpidamente la envolvente de cristal con la finalidad de difuminar los límites entre espacios exteriores e interiores. En planta baja, la plataforma se ensancha en la zona central dando lugar a una terraza de grandes dimensiones y se estrecha en los extremos adaptándose a las condiciones del entorno. La terraza se desliga del entorno inmediato para fundirse visualmente con el horizonte desdibujando sus límites mediante una sinuosa piscina.
La terraza alberga también un jardín mediterráneo concebido como una continuación de la arquitectura de la vivienda. Los cipreses se proyectan como un elemento arquitectónico más y se disponen de modo que atraviesan las perforaciones de las plataformas resaltando la horizontalidad de la vivienda.
La estructura que soporta los elementos horizontales se resuelve mediante muros de mampostería en seco, que se anclan y contienen el terreno y, esbeltos pilares metálicos generando una dualidad en los elementos portantes que contrasta con la
rotunda horizontalidad de las plataformas.
La planta alta alberga el vestíbulo de entrada y tres dormitorios con su correspondiente terraza abriéndose de este modo como un mirador hacia el mar. El acceso a la vivienda se realiza junto a un espacio a doble altura que contiene el núcleo de comunicación vertical. La escultórica escalera de mármol negro Marquina articula el espacio y adquiere una gran visibilidad desde muchos puntos de la vivienda.