
Las aguas termales de Bantang en Chaohu son un destino popular para turistas y vacacionistas en busca de bienestar. Integrado en un entorno impresionante, diseñamos un restaurante que traduce el paisaje acuático natural en un espacio dinámico y experiencial. El punto de venta único del restaurante es el agua de estas famosas fuentes termales, que se utiliza en la preparación de los platos y se sirve como agua potable. Las formas fluidas derivadas del flujo del agua caracterizan este amplio y luminoso espacio, creando el escenario ideal para una experiencia culinaria inolvidable.
Sumergirse en agua tibia, saborear un primer bocado: algunos momentos merecen ser celebrados. El disfrute consciente, estar presente en el aquí y ahora, son cosas que anhelamos experimentar cada vez más, ya que constituyen importantes contrapuntos a las fugaces interacciones digitales que de otro modo configuran nuestra existencia diaria. Spring Feast ofrece cocina de inspiración occidental con un enfoque particular en el agua de manantial regional. El plato insignia del restaurante, por ejemplo, son los huevos cocidos en agua de manantial servidos con trufas y setas porcini.

Nuestro diseño interior asegura que los comensales puedan sumergirse en esta experiencia especial y disfrutar de sus momentos personales de indulgencia aquí. Nuestro punto de partida fue aprovechar el contexto cultural y traducirlo en una experiencia espacial. Nuestra investigación reveló un escrito imperial de la época Ming en el que ya se mencionan las aguas termales de Bantang: “La montaña tiene dos manantiales, uno frío y otro caliente. Al inicio de su descenso, el agua caliente y la fría están separadas. Al mezclarse, los peces, al sentir el aumento de temperatura, abandonan el arroyo caliente”. La entrada al restaurante está en el nivel superior. Reflejando el registro histórico, dos caminos descienden desde aquí para converger nuevamente en el restaurante: el camino directo lleva a los comensales por una amplia escalera, mientras que el pasaje de la galería pasa por un salón que ofrece una magnífica vista del paisaje.

Esta dualidad esencial también se refleja en el diseño del suelo: una textura bicolor de tonos tierra serpentea por el espacio, zonificándolo elegantemente y de manera dinámica en pasillos y áreas de descanso. El restaurante está dominado por un vibrante verde esmeralda que se extiende por el paisaje del restaurante como un exuberante dosel de jungla. Aquellos que solo tienen tiempo para una breve estancia pueden tomar un café en el bar, preparado con habilidad por un pequeño robot. Este empleado siempre tranquilo opera de la misma manera que el agua, a su propia velocidad constante. De esta manera, el restaurante se convierte en un espacio experiencial orgánico en el que el concepto de bienestar ralentizado de las aguas termales fluye hacia el disfrute de la comida.