Pabellón Nórdico Venecia | Sverre Fehn

Arquitecto/a: Sverre Fehn
Fotógrafo/a: Åke E:son Lindman
Categoría: Cultural
Localización: Venecia
País: Italia
Año: 1962
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Arquitecto/a: Sverre Fehn
Fotógrafo/a: Åke E:son Lindman
Categoría: Cultural
Localización: Venecia
País: Italia
Año: 1962
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Sverre Fehn - Pabellón Nórdico Venecia (Ake E.son Lindman)

En 1959, tres arquitectos fueron invitados a presentar propuestas para el pabellón de los países nórdicos en la Bienal de Venecia: los finlandeses Reima y Raili Pietilä, el sueco Klas Anshelm y el noruego Sverre Fehn. Finalmente fue seleccionada la propuesta de Fehn, una decisión que sorprendió por su aparente sencillez formal. El proyecto destacaba por la ligereza de su gesto arquitectónico, una estructura sobria y sin excesos que, sin embargo, logró aunar a tres naciones bajo un mismo techo con una claridad espacial excepcional. Aquel diseño, aparentemente modesto, se convertiría en una obra maestra de la arquitectura escandinava del siglo XX.

Sverre Fehn - Pabellón Nórdico Venecia (Ake E.son Lindman)

Más de sesenta años después, el Pabellón Nórdico ha pasado de ser una propuesta para un evento puntual a consolidarse como una expresión esencial de los valores arquitectónicos del norte de Europa. Sin embargo, lejos de replicar los elementos vernáculos tradicionales, Fehn propuso una reinterpretación radical: sustituyó las pesadas vigas de madera por finas losas de hormigón pigmentado y eliminó dos de los muros del pabellón para que el entorno pudiera atravesarlo. Su “techo”, compuesto por dos capas de brise-soleil de hormigón blanco, filtra la luz mediterránea convirtiéndola en una atmósfera nórdica de gran serenidad. El pabellón, más que un edificio, se comporta como una experiencia: una construcción que no se impone sobre su contexto, sino que lo incorpora con sensibilidad y precisión.

La arquitectura de Fehn no se explica únicamente desde la construcción, sino desde una manera muy particular de habitar el espacio. Tras sus viajes por el norte de África y el Mediterráneo, el arquitecto entendió que cada elemento de una casa puede convertirse en mobiliario, en soporte vital. Esta visión íntima y funcional del espacio influyó profundamente en su forma de proyectar. En el pabellón, árboles preexistentes atraviesan la cubierta como si el edificio hubiera crecido en torno a ellos. La luz se dosifica con la delicadeza de quien conoce los matices de cada latitud. El resultado es un diálogo entre lugar, materia y atmósfera que escapa a la imitación formal y busca, en cambio, una verdad profunda y poética.

Sverre Fehn - Pabellón Nórdico Venecia (Ake E.son Lindman)

Sverre Fehn fue un narrador de espacios. Sus edificios están impregnados de historias, no solo por lo que cuentan, sino por cómo se cuentan. El Pabellón de los Países Nórdicos es quizás su obra más emblemática, pero forma parte de un corpus que incluye el Museo de los Glaciares, el Museo Arzobispal de Hamar o el pabellón de Bruselas de 1958. En todas sus obras, la luz, la textura y el silencio son protagonistas. Su enfoque, mezcla de rigor constructivo y sensibilidad atmosférica, le valió en 1997 el prestigioso Premio Pritzker. Con Fehn, la arquitectura se convierte en un medio para reconectar al ser humano con su entorno, y en el caso del pabellón de Venecia, en una forma de hacer presente lo nórdico en tierra ajena, sin artificios ni nostalgias.

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