Villa Haverdal se sitúa en una parcela llana y cuneiforme en Haverdal, enclavada entre dos zonas de casas de verano. Para armonizar con la escala del entorno, la casa se ha dividido en tres estrechos volúmenes a dos aguas, cada uno de tan solo cinco metros de ancho. Esta silueta crea un ritmo, con formas constructivas que evocan la arquitectura de las casas de campo cercanas y le confieren una presencia discreta.
Las fachadas están revestidas en un tono arena que se funde con la playa cercana, mientras que la ligera cubierta de chapa metálica refleja el cielo, permitiendo que el edificio se integre con el entorno. Los marcos de las ventanas, de pino teñido, están expuestos en el exterior pero ocultos en el interior, creando la impresión de que cada abertura de luz es un recorte cuidadosamente enmarcado, como cuadros incrustados en la pared, que ofrecen vistas, entre otras cosas, al majestuoso roble de la propiedad.
Desde el exterior, el edificio parece modesto, pero el interior se abre con generosos espacios y gran altura de techo, ya que cada volumen se extiende hasta la cumbrera. La cubierta ondulada crea zonas naturales: una sala de estar, una cocina y un comedor, y un tercer volumen para dormitorios y baños.
Creemos que una casa sostenible es aquella que perdura. Gracias a la elección de materiales sólidos, detalles cuidadosamente elaborados y un diseño que interactúa con el entorno y su entorno, esperamos y creemos que Villa Vikingakröken será un hogar para muchas generaciones.
