
Partir de un solar vacío, en un barrio sin identidad definida, fruto de un contexto suburbano fruto de la ausencia de políticas territoriales durante décadas en la periferia de Lisboa, es como iniciar un proceso de metamorfosis, sin dañar el entorno. Sabemos también que nuestra intervención tendrá un impacto en la cohesión del tejido urbano, en la calidad visual de este barrio, y como tal, vimos esta responsabilidad como una oportunidad de hacerlo mejor y de manera diferente, teniendo siempre en mente lo que se nos pedía: diseñar una casa moderna aprovechando el paisaje infinito que caracteriza a este lugar.
Las que hemos identificado como mayores limitaciones de este proyecto están relacionadas con dos puntos: el terreno, con su topografía muy escarpada; y su condición como lote de esquina. Lo que comenzó como un obstáculo rápidamente se convirtió en una oportunidad para desarrollar una casa diferente a lo esperado para este lote, no tanto por la estética adoptada, sino por su integración con el terreno, la forma en que buscamos hacer liviano el volumen, a pesar de su tamaño, y por último pero no menos importante, la forma en que resuelve la situación de esquina, contribuyendo a la articulación urbana de los dos viales circundantes.

Debido a la implementación, la zona trasera del lote es, a nuestro juicio, el área principal del lote. No sólo es el más espacioso en términos de espacio libre, sino que también disfruta de unas vistas privilegiadas sobre la metrópoli de Lisboa y alrededores. Proponiendo una volumetría que se despliega de tal manera de seguir la pendiente del terreno, lanzando plataformas que se transforman en balcones, terrazas, en planos que enfatizan las terrazas en el paisaje, la casa se caracteriza por presentar solo una lectura de dos pisos en el frente urbano del lote, creciendo en la elevación lateral, a medida que el terreno sucumbe al cerro, y terminando con la presencia de tres pisos en la pendiente trasera de la casa, estableciendo una fuerte relación entre el edificio y el exterior y las vistas – minimizando rellenos y excavaciones, que eventualmente serían necesarios para la integración de la construcción, como hemos visto en varias otras construcciones de los alrededores.
Combinado con esta estrategia de manipulación del volumen, nuestra intención era darle a la planta sótano una materialidad distintiva, que permitiera una elegancia volumétrica, que solo sería posible si ocultamos su tamaño aparente. Finalmente, los 3 volúmenes apilados podían tener una apariencia compacta, por lo que utilizamos estrategias de sustracción para crear balcones y terrazas que interactuaran con el paisaje, estableciendo una relación simbiótica entre el paisaje y la casa. En cuanto a los materiales exteriores, se eligió una paleta de colores sencilla, con el blanco como color dominante, con toques de gris.
El blanco transmite pureza y ligereza a los volúmenes, y también es un color que potencia los juegos de sombras, aprovechando la ventajosa exposición solar y el contraste con la naturaleza circundante. El gris oscuro es un color neutro y sofisticado en sí mismo y al aplicarse en los recovecos del volumen, enfatiza estos espacios, en contraste con los planos blancos. El color gris claro del pavimento, aplicado no sólo en la cubierta exterior principal sino también en los balcones, equilibra el contraste entre el gris oscuro y el blanco, y aporta confort visual a estos espacios.
En los interiores se buscó una distribución programática que separara las áreas sociales de las privadas, sin embargo, debían comunicarse visualmente entre sí, dándole a la casa una fuerte calidad espacial, aprovechando un techo de doble altura que estructura y distribuye el acceso entre pisos. Igualmente importante fue la premisa de estructurar los espacios y usos según las vistas predominantes y la exposición solar, dejando las áreas técnicas y menos nobles para el lado norte del lote. En cuanto a los materiales interiores, se optó por el confort y la nobleza que aporta la madera de nogal, con toques de sofisticación a través del uso del cobre en elementos específicos.

Al final, el resultado es una vivienda distintiva y con una fuerte identidad, en la que el espacio interior busca sorprender tanto o más que el exterior, ya que en todas las plantas la casa se comunica directamente con la vista o con el terreno circundante. Se buscó ante todo crear una casa familiar, funcional y práctica, pero lo suficientemente grande para todos los invitados a visitarla. Tanto por fuera como por dentro. Una casa para vivir, para detenerse y mirar alrededor, una casa para contemplar su horizonte.