La Casa Jacaranda es radical en su materialidad, es radical en su significación, es radical en su relación con el paisaje, es radical en la experiencia que se produce cuando se recorren los diferentes itinerarios que se proponen, es radical en su abstracción, es radical en el uso de la luz natural y es radical en su voluntad por investigar nuevos paisajes domésticos.
La Casa Jacaranda se sitúa en una parcela en pendiente con vistas al mar Mediterráneo, al cerro Negro y al pueblo de pescadores de Las Negras, situado en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en Almería. A la parcela se accede desde una calle situada en la parte superior.
Se trata de una casa que tiene la voluntad de convertirse en una vivienda permanente para una familia formada por cuatro miembros con una vida social activa, por lo que se presenta un programa doméstico conocido. Las limitaciones normativas, presupuestarias y algunas obligaciones programáticas terminaron por dar forma a la propuesta finalmente ejecutada, después de varios proyectos, y de algún cambio de parcela.
La primera operación del proyecto fue la de realizar la transformación y el desplazamiento de las tierras de la parcela construyendo muros de piedra seca (balates) y bancales a modo de aterrazamientos naturales. Se trata de una forma tradicional e histórica de intervenir en paisajes en pendiente con la voluntad de producir bancales donde poder desarrollar actividades agrícolas. Apoyándose en una de esas plataformas se construye la Casa Jacaranda. Un volumen de hormigón, de ladrillo y de vidrio —de dos plantas— se apoya sobre una gran plataforma horizontal donde se sitúa la piscina y bajo la cual se establece otro espacio de servicio. Por lo tanto, la casa dispone de tres niveles:
a) Un nivel intermedio, abierto completamente hacia la plataforma donde se sitúa la piscina y con vistas al mar. En este nivel se sitúan el salón, la cocina, la zona de producción y los servicios dependientes, así como un dormitorio de invitados.
b) En el nivel superior se sitúan los tres dormitorios y el garaje al que se accede desde una rampa exterior.
c) Bajo la plataforma de la piscina se sitúa el área de almacenaje e instalaciones.
La casa dispone de dos entradas, una en el nivel superior y otra desde la plataforma de la piscina a la que se accede desde una escalera peatonal exterior de piedra que desciende desde la calle. También el semi-sótano también tiene un acceso desde el exterior.
El volumen de hormigón se presenta en el nivel inferior apoyado sobre cinco pilares de hormigón visto de planta triangular irregular, cada uno de ellos con geometrías distintas y que actúan para proteger del sol y del viento los paños de vidrio. Estos pilares, de grandes dimensiones —cuyos lados miden más de 1 metro—, pretenden presentarse desde la fachada como elementos abocinados que producen espesor y profundidad en los umbrales que se forman en el perímetro de la planta principal. Pero algunos de esos pilares, como el de la esquina, cuando se percibe desde una posición oblicua, se presenta ante el espectador casi como una ‘hoja de papel’ de hormigón.
En el nivel superior, una celosía de pilares de hormigón, esta vez de planta cuadrada de 25×25 cm protegen los dormitorios y la escalera de la radiación directa del sol. Y además, se ofrecen como parte de la imagen exterior del volumen de la casa.
La Casa Jacaranda se aprovecha que está situada en un desierto, para recibir la energía del sol, bien a modo de iluminación a través de los cerramientos acristalados o los ocho lucernarios con los que cuenta, o bien a modo de transformación en energía. La escasa lluvia se recoge en la gran cubierta y se almacena en aljibes para la distribución en el riego del jardín.