Esta casa evoca el primer dibujo de un niño: un volumen sencillo, con tejado a dos aguas y chimenea. Justificado por la necesidad de ajustarse al presupuesto, el proyecto adopta la simplicidad elemental como motivo principal de diseño. La forma del tejado a dos aguas se reduce a una lámina lo más delgada posible, suficiente para garantizar la impermeabilización y el desagüe directo al exterior, sin necesidad de canaletas interiores.
Sus pronunciados aleros no solo protegen las fachadas de la lluvia, sino que también dan sombra a las aberturas durante el verano. Nada nuevo: una construcción esencial que confiere al edificio el carácter de una maqueta a escala real.
La vivienda consta de una nave principal a la que se adosan una serie de volúmenes de una sola planta. Esta disposición responde a la normativa que exige que la planta baja supere en un 30% la superficie de la planta superior. Estos cuerpos anexos, que también pueden adosarse a los límites de la propiedad según la normativa, albergan usos auxiliares: trastero, patio de secado, zona de servicios… Formalmente, funcionan como una suerte de extensión barroca proyectada desde una obra principal más austera.
Es precisamente en estos volúmenes anexos donde el proyecto se permite cierta libertad, algunos gestos con los que el arquitecto busca deleitarse: aberturas que enmarcan vistas, patios que median entre el exterior y el interior… Hacia el patio trasero, un gran porche se presenta como un profundo vacío elevado 50 cm sobre el nivel natural del suelo, constituyendo un podio que evoca otras arquitecturas clásicas.
Es cierto que las aberturas no son grandes, contrariamente a la idea inicial de integrar el exterior con el interior. Se optó por aberturas que enmarcan las vistas al jardín y proporcionan una cierta penumbra en el interior. De hecho, se reafirma la envolvente térmica de la casa, que define claramente qué es interior y qué es exterior, desvinculándose así de las ideas del movimiento moderno que buscaban difuminar esos límites.
Con todo esto, insistimos, el resultado es la casa que podría aparecer en el primer dibujo ingenuo de un niño. Y quizás por esa misma razón, es también una casa esencial y, esperamos, profundamente arquitectónica
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