
El proyecto de la Casa Áurea tuvo como premisa inicial el concepto de la proporción áurea. Se desarrolló con la implementación de dos rectángulos áureos y, a partir de ahí, todos los espacios fluyeron de manera natural. La intersección de estos rectángulos da lugar a un patio interior con la función de dividir la zona social de la zona privada y maximizar el aprovechamiento de la luz natural y las vistas panorámicas, promoviendo una fuerte conexión entre los espacios interiores y el paisaje exterior.

La paleta de colores neutros y texturas naturales contribuye a una atmósfera serena y sofisticada, mientras que los elementos arquitectónicos, como el patio acristalado y diferentes alturas de techo, añaden interés visual y funcionalidad.
Con el programa dispuesto también en rectángulos distribuidos geométricamente, se respondió de manera clara a los ideales del cliente, que deseaba espacios que se conectaran de forma intuitiva.
El cuerpo del edificio se caracteriza por líneas planas y limpias, generando un volumen de planta baja y sótano, con la ilusión de un doble piso en la zona del salón visto desde el exterior. Esta agradable sensación de doble altura crea diferentes jerarquías y dinámicas en las experiencias entre los espacios sociales y privados de la vivienda. El salón, la cocina y el área de comedor están integrados en un espacio abierto, permitiendo una circulación fluida y una comunicación visual entre las distintas áreas. Este concepto de planta abierta favorece la convivencia familiar y social, al mismo tiempo que permite una flexibilidad funcional.

El contacto con el exterior fue un elemento prioritario en el desarrollo del proyecto, aprovechando el verde del paisaje y el espacio exterior, diseñado cuidadosamente para proporcionar un entorno de vida cómodo y eficiente, promoviendo bienestar y una fuerte conexión con la naturaleza.