
Casa Aldeia está ubicada en un condominio residencial en la región metropolitana de Recife. Con líneas rectas y espacios abiertos, busca una síntesis a través de la esencialidad espacial y la geometría formal. Situada en el territorio verde de Aldeia, la residencia de campo adopta una composición volumétrica precisa, donde la yuxtaposición de planos y bloques define la relación entre sólidos y vacíos, luz y sombra.

El proyecto se basa en una lectura atenta del terreno y su paisaje circundante. El volumen está marcado por la intersección de planos ortogonales que generan sombras a lo largo del día, dando dinamismo a la fachada, aunque estática. El equilibrio entre superficies blancas y elementos de color grafito enfatiza la pureza geométrica, mientras que los grandes paneles de vidrio suavizan la rigidez de los volúmenes, promoviendo la transparencia y la integración con el exterior.

El acceso principal está definido por un llamativo volumen horizontal, que avanza sobre la fachada, creando un refugio y guiando al visitante hacia el interior. Este gesto arquitectónico no sólo refuerza la identidad del proyecto, sino que también juega un papel funcional, protegiendo de la luz solar directa y mejorando el confort térmico.
Internamente, la distribución de espacios prioriza la fluidez y la continuidad visual, favoreciendo la conexión entre interior y exterior. La ausencia de materiales sobrantes resalta la intención de valorar la espacialidad misma, haciendo que la casa se exprese en la relación entre volúmenes, aberturas y la luz natural que fluye por sus espacios.

Al proponer una arquitectura que resiste a las tendencias efímeras, Casa Aldeia reafirma el lenguaje de NEBR Arquitetura: un diseño riguroso, donde la geometría, la materialidad y la relación con el lugar se combinan para crear una residencia que es, al mismo tiempo, un refugio y una extensión del paisaje.