“En este solar hágame usted un gran patio y una buena galería y, si sitio quedara, hágame usted también habitaciones.”
Fernán Caballero, mediados de s. XIX, Córdoba.
El terreno se localiza a poniente de la ciudad de Estremoz de la que dista poco más de 3 km, integrando una área rural constituida por propiedades salpicadas por construcciones destinadas a residencia y apoyos agrícolas. En el último tramo del acceso al terreno, el camino es flanqueado por muros bajos de mampuesto de piedra en seco y se desarrolla algo por debajo de la línea de escorrentía, definiendo el limite de la cota más alta del terreno.
Este, oblongo y sin forma geométrica, se prolonga hacia el este, desciendo hasta un pequeño valle donde termina por dibujar una línea de agua. Lo puebla por un olivar de métrica tradicional sin viabilidad actual de explotación agrícola. La casa se implanta en una zona donde la topografía del terreno se suaviza, interrumpiendo ahí el movimiento dominante de descenso.
En esta zona con menor pendiente se localiza igualmente el punto donde la vista sobre el castillo de Estremoz es más evidente e interesante. El Torreón constituye así una referencia irrecusable. Se genera el proyecto desde un claustro, con el que se estabiliza y formaliza la implantación de la casa, dándole sentido e intencionalidad. A través del claustro son escenificadas, formalmente, las transiciones, culminando el recorrido en el mencionado punto de vista sobre el castillo de Estremoz, junto al estanque.
Los volúmenes que orbitan el claustro revelan, en sus limites recortados, la topografía azarosa e inconstante en la que el conjunto se ancla. A sur, un largo brazo en forma de muro termina en un volumen que toca el limite del terreno marcando la pausa y creando la sombra que anuncia la entrada y el inicio del recorrido de acceso.