En la Avenida Dr. Lourenço Peixinho, eje estructurante e identitario de Aveiro, el edificio Lourenço nace de una reflexión sobre la continuidad de la ciudad, el respeto por lo existente y la necesidad de proyectar el futuro a través de un lenguaje arquitectónico contemporáneo y responsable.
La propuesta parte de una condición delicada: la presencia de un preexistente en estado de degradación, situado entre dos edificios de mayor escala, donde la relación con la altura y los alineamientos dominantes se hacía inevitable. La respuesta fue trabajar no desde la imposición, sino desde la integración. El nuevo volumen edificado no busca destacar, sino prolongar la cadencia urbana de la avenida, devolviéndole armonía y claridad.
La fachada se organiza mediante una retícula modular que, a través de la repetición, garantiza coherencia y abstracción. Todos los elementos se reducen a un lenguaje mínimo, blanco y depurado, donde la profundidad de los vanos y el juego de luces y sombras crean ritmo y textura, devolviendo al conjunto una sensación de equilibrio discreto pero expresivo.
En la planta baja, además de mantener la continuidad comercial de la avenida, el edificio conserva el paso peatonal que conecta la Avenida Dr. Lourenço Peixinho con el canal —una característica identitaria de esta calle que aquí se refuerza como gesto de continuidad urbana—. Este corredor se asume como un espacio de permeabilidad y fluidez, conectando el frente y la parte posterior, prolongando la experiencia peatonal hasta la orilla de la ría y ampliando el carácter público del edificio.
Si la fachada urbana se construye a través de la continuidad, el corazón del edificio se encuentra en el vacío: un patio central que garantiza salubridad, ventilación e iluminación natural a todos los apartamentos. Este espacio negativo se transforma en catalizador de vida, permitiendo que cada vivienda se abra a la luz y al aire, contrarrestando la densidad típica de este tipo de programa. Es ahí donde el edificio respira, ofreciendo calidad de vida y sostenibilidad ambiental.
La estrategia modular de la construcción responde no solo a una coherencia formal, sino también a una lógica de racionalización y prefabricación, promoviendo una mayor eficiencia constructiva y durabilidad.
El uso de un único color refuerza la idea de abstracción y atemporalidad, permitiendo que el edificio dialogue con sus vecinos sin recurrir a ornamentos ni gestos innecesarios.
El programa residencial se desarrolla a través de tipologías T0 flexibles, pensadas para responder a las necesidades actuales de la ciudad, pero también reversibles en el futuro: los módulos permiten la fusión de unidades, creando apartamentos de mayor tamaño que acompañan la evolución de la vida urbana y las transformaciones en las formas de habitar.
El edificio es, por tanto, una operación de rehabilitación y ampliación que asume la responsabilidad de coser la ciudad. Una intervención que mira la urbe con respeto por su memoria, reconociendo que la arquitectura puede ser, al mismo tiempo, discreta y transformadora
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