Se plantea una nueva configuración de este apartamento de 135m2 ubicado en los alrededores de Plaza Francesc Macià, en Barcelona, a partir de la interacción entre distintos volúmenes que van demarcando las estancias, articulando los recorridos y que estructuran el vacío y la ocupación.
La materialidad monocromática casi total de la vivienda nos permite centrarnos en los aspectos más fundamentales,
que prime por encima de todo la experiencia en el espacio, y posibilita que la luz y las sombras dibujen y doten de
discontinuidad a la cohesión generada por esta uniformidad.
En la zona colectiva, formada por un hall de entrada, salón-comedor-zona de lectura, estudio y cocina, se acentúa el
protagonismo de la chapa de madera de nogal utilizada en el volumen central perpendicular a fachada, el cual
además de tener función expositiva delimita esta zona de la íntima, y se encuentra flanqueado en ambas bandas por
dos paños correderos, que permiten el fácil desdibujado de los límites y la dilución de la vivienda en un único
espacio.
Anexa al resto de zona de día se encuentra la cocina, articulada por una isla central y con posibilidad de aislarse por
completo a través de una corredera con bastidores en madera de nogal y cristal matizado, el cual recoge el espacio y
a la vez tamiza la luz que entra en su interior.
El paso hacia la zona privada se hace a través de un corto distribuidor, donde el umbral de luz que se genera en el
tramo final descubre la continuidad hacia la zona de habitaciones y dirige el recorrido hacia ellas.