
La biblioteca se ubica a las afueras del pueblo, junto a la carretera estatal, lo cual puede ser una fuente de molestias, pero también proporciona accesibilidad y una visibilidad perfecta para el equipo.

En este contexto, el tótem, el aparcamiento, la explanada y el escaparate atraen al transeúnte hacia el producto: la cultura del autoservicio en una estación de servicio pública. También toma prestada de este tipo la estructura metálica simplista y eficiente, el blanco, la economía de recursos, el silencio: una cubierta cuadrada que cubre un espacio vacío, que se adapta al paisaje cambiante de colecciones y usuarios.
La biblioteca también toma prestada del modelo comercial su señalización hipertrófica y pop: en la parte delantera de la plaza, un toldo cilíndrico y una cristalera indican el acceso, decorados con una guirnalda de bombillas; detrás, una marquesina circular para la escuela adyacente y su conexión privilegiada.

La presencia del edificio superpone la geometría frenética de una villa paladiana, la permisividad de un hangar y el estilo de una película de serie B.