El principal problema que presenta la parcela es que sólo dispone de una fachada estrecha en relación a la profundidad que tiene: unos 5 x 19 metros aproximadamente. Por otro lado, las diferentes alturas de los edificios colindantes hacían obligatorio el estudio minucioso del volumen resultante con el objetivo de lograr introducir la luz natural e intentar conseguir una ventilación natural a todas las dependencias principales de la vivienda.
Partiendo de un patio central como elemento clave que configura toda la casa y de la posición exacta del elemento de comunicación vertical, se consigue solucionar en gran medida el reto que nos encontrábamos: dotar a la vivienda de estancias amplias y confortables, hacer llegar la luz a las zonas que se ubican al final de la parcela y conseguir la privacidad necesaria a las piezas del programa que el cliente requería.
A nivel programático, se estratifica la planta por usos en función de las horas de luz natural que penetra en la vivienda y la intimidad requerida, dando como resultando una inversión del programa que comúnmente suele ir en cada altura: en planta primera se ubican los dormitorios y las estancias más privadas, y en la planta segunda la zona de día.
Siguiendo principios básicos de la termodinámica, logramos de manera
pasiva beneficios en el comportamiento energético de la vivienda: nos
apoyamos en este patio para usarlo como fuente de iluminación y
radiación abriéndolo a sur, y de ventilación natural inducida creando un
desplazamiento del aire al comunicar la fachada en planta baja,
mediante un cerramiento permeable, con el patio interior abierto sólo en
su cota más alta; y junto con el núcleo de comunicación vertical, a
modo de chimenea, se genera el desplazamiento del aire por la diferencia
de densidades de éste y la depresión que sucede.
En definitiva, se pretende que estos dos elementos sirvan como catalizadores naturales del confort.