La Casa cor de sal se sitúa frente al designado canal, con sus aguas y vegetación circundante. Los colores y los olores que emanan me remiten a mi pasado, a la casa de mis padres, donde crecí y viví muchos años, bajo esa atmósfera de carácter marino.
Al idealizar y concebir el proyecto de esta mi casa, se me presentó un enorme desafío. De hecho, en mí se condensaban la figura creadora del arquitecto y, del mismo modo, la figura del usuario, un cliente exigente. Al principio, el conflicto entre ambas figuras obnubiló la claridad y objetividad necesarias para el diseño; sin embargo, con el tiempo y con la maduración de algunos aspectos del proyecto, el resultado fue, en mi modesta opinión, doblemente satisfactorio.
Pero otros desafíos se impusieron. Compartir el mismo espacio con otra persona, mi esposa, generaba compulsiones y preocupaciones distintas debido a las idiosincrasias de cada uno, particularmente en cuanto a cómo querían habitar y vivir la casa. Así, compartir el mismo espacio implicaba comprender al otro y exigía negociar con ella conceptos de estética y funcionalidad, y a veces renunciar a líneas más eruditas y menos experimentadas de arquitectura.
Los materiales elegidos para la construcción giraron en torno a lo cerámico, la madera y el aluminio. Predominó el blanco como elemento primario en toda la casa, impregnándola de este color en casi todos sus rincones. Fue fundamental crear una relación íntima entre el interior y el exterior.
Para ello, se diseñó un patio interior con el objetivo de crear un puente con la fachada sur de la casa y lograr que la luz natural llegara a todos los compartimentos. Se crearon medios pisos para evitar que el sótano quedara expuesto a posibles inundaciones por la subida del nivel freático, y para que existiera una dinámica vertical entre los pisos.
La zona social se situó en el piso superior, un área amplia y con un techo de gran altura, con vistas a la ría. Un espacio para recibir a la familia y a los amigos en días festivos, conectado con la terraza en la azotea, que actúa como faro de la vivienda, donde se puede disfrutar de una vista más directa y envolvente de la ría. En el lado oeste se colocó una gran celosía vertical, tratando de disimular la convivencia con otras construcciones más deterioradas e improvisadas por la gente local de la Costa.