El proyecto nace de una antigua vivienda, muy compartimentada con numerosas y pequeñas estancias. La propuesta busca la apertura de estos espacios y la separación entre la zona de día y noche.
Se busca una integración minimalista de los elementos, sin grandes ornamentos, donde colores, texturas y elementos arquitectónicos sean los principales protagonistas del espacio. La continuidad material es un elemento clave, generando un ambiente cálido y de confort a lo largo de toda la vivienda.
Los materiales utilizados se resumen en maderas lacadas en blanco mate, contrachapados de olmo, elementos metálicos en negro mate y cerámicos con acabado marmoleo. Estos materiales se utilizan en diferentes soluciones, generando elementos diversos que definen un discurso único.
La luz sigue el discurso general de continuidad, utilizándose tiras continuas de iluminación indirectas y puntos de iluminación empotrados que sirven de apoyo y marcan elementos específicos. La zona de día arranca a través de un pasillo donde puertas de acceso y armarios se confunden, fundiéndose en uno a través de panelados blancos de suelo a techo.
El espacio de cocina se abre al salón, utilizando como elemento separador una gran isla de cocina marmórea donde cocinar y comer. Los muebles se revisten con la misma madera que la utilizada en el resto de la vivienda, sirviendo como fondo de la zona de estar y salón.
La zona de televisión se remata con un listonado trasero, sobre el que se apoya un mueble volado con remate cerámico superior.
El acceso a la zona de noche se hace a través de una imponente puerta oculta que se integra con el panelado de madera utilizado como revestimiento.
El dormitorio principal de tipo suite combina colores blancos y texturas de madera en la zona de habitación y elementos marmóreos con transparencias y detalles en negro en el baño.
El resultado de la intervención es una vivienda cálida, abierta y acogedora, con elementos arquitectónicos totalmente integrados que dividen y descubren espacios a simple vista ocultos.