Más que un elevador, la propuesta “Halo” es un elogio al horizonte. Un anillo de luz visible desde múltiples puntos de la ciudad, un anuncio y un landmark. Una escultura de líneas puras, la unión de la ingeniería, la arquitectura y el arte.
“Halo” es una respuesta a las preguntas correctas, y las preguntas fueron claras: ¿se puede intervenir sin cegar las vistas del atrio central de la nueva estación intermodal?, ¿crear un paseo elevado como extensión de la plaza pública, como belvedere, sin perturbar la visión de los usuarios de la misma?, ¿es necesario que las personas que residen cerca de la pasarela pierdan parte de su intimidad?, y por último ¿se pueden resolver todas estas cuestiones con un solo gesto, un saludo al visitante que por debajo de ella pasa, y con un consumo cero?
Una vez planteadas las preguntas pertinentes, la respuesta es simple, sí. La calle Serafín Avendaño es un fondo de saco, sin salida en la actualidad, la lógica pide un acceso restringido a residentes y una plataforma única con eliminación de plazas de aparcamiento en superficie. De esta forma se devuelve el entorno al ciudadano y se crea una especie de “alfombra peatonal” que será el camino de baldosas amarillas hasta la base de la torre de elevadores. Una vez allí, la propia torre se sumerge en el terreno y se ancla a él, abrazando a los usuarios y dándoles protección ante la intemperie.
La torre de ascensores se ubica centrada con el eje de la calle para conseguir una visión lejana de la misma desde la Calle Areal y desde la estación de Guixar, comunicando visualmente con ambos nodos de transporte y orientando al visitante. Para resolver la comunicación vertical se proyectan dos elevadores para veintiuna personas, reduciendo drásticamente el tiempo de espera en horas punta y facilitando la intermodalidad, permitiendo por ejemplo el acceso a personas en bicicleta.
Una vez en la cota de la cubierta de la intermodal, se proponen dos situaciones, seguir la pasarela derecha hacía la zona más cercana a la calle Urzáiz o tomar el brazo izquierdo que desembarca en sentido Vía Norte – Travesía de Vigo. Esta duplicidad permite direccionar los flujos de acceso y salida de los ascensores, pudiendo convertir los brazos en unidireccionales y facilitando así la fluidez del tránsito peatonal y, en caso de que fuera necesario, incluso mantener la distancia social.
La pieza está pensada como un elemento más del proyecto “Vigo Vertical”, por lo que su finalidad es facilitar la permeabilidad trasversal entre García Barbón y Urzáiz en último término. Por ello y dado que a nivel de la plaza de la intermodal hay varios accesos peatonales al interior de la misma, esta pasarela se entiende como parte de espacio público, como una calle elevada que nos conduce a gran plaza, relacionada tanto con el centro comercial como con las estaciones de tren o autobús. El gran anillo que conforma la pasarela continua no es solo un trayecto de ida y vuelta, si no que puede ser utilizado por las personas como itinerario de paseo, aumentando así los usos que la plaza ya de por si ofrece.
Uno de los brazos se proyecta cubierto para preservar la intimidad de los habitantes de las torres de García Barbón, que de otra manera tendrían un flujo incesante de personas a la altura de sus ventanas. Así pues, esta parte de la estructura se cierra sobre sí misma, e igualmente se abre el otro brazo para ofrecer al ciudadano las impresionantes vistas que de la Ría de Vigo.
Otro punto importante durante el proceso de diseño de la pieza fue intentar que el impacto visual sobre las vistas desde el atrio central de la intermodal, este gran “óculo” que se abre a la ría, fuera el menor posible. La forma de anillo nos permite alejarnos lateralmente del atrio, dejándolo lo más liberado posible.
Dentro de la misma torre, a una altura por encima de los 30m sobre la rasante, se alojan 4 aerogeneradores de eje para alimentar los elevadores, convirtiéndolos en elementos autosuficientes. De forma paralela, los elevadores poseen conexión a la red pública de abastecimiento eléctrico. En cuanto a la materialidad, se busca la depuración formal y la belleza: no solo una pasarela con unos ascensores, sino una pieza urbana con carácter propio, que además resuelve todas las condicionantes
planteadas.
El esqueleto metálico, que vendría en piezas preconformadas en taller, permite la rápida ejecución del proyecto. Una vez resuelta la estrutura, esta se recubrirá con chapa de acero lacado en blanco y vidrio laminado con butiral blanco, lo que le conferirá una imagen de levedad a pesar de sus dimensiones. Este esqueleto metálico se expresa en el interior de la zona cubierta de pasarela, donde la viga Warren en celosía permanecerá vista; de esta forma, de día la claridad del sol bañará el interior del brazo cubierto, mientras que de noche la piel de vidrio que recubre todo el bode exterior del anillo y el frente de la torre de elevadores se retroilumina para mostrar a trasluz la estructura y las siluetas de las personas usuarias. Este juego de luces, sombras y traslucidez transmite una imagen vaporosa que en el skyline de Vigo tendrá una presencia potente a la vez que delicada.