El entorno para la nueva escuela se basó en dos condiciones esenciales. La primera condición era que debía estar lo más cerca posible de la escuela antigua por razones de movilidad. La segunda condición era que los estudios de danza debían tener una clara relación con el espacio exterior, como una estrategia de liberación mental y física para los bailarines.
El Sitio
Por coincidencia, a menos de 50 metros de la antigua escuela había un terreno vacío. Este terreno, de área reducida e inserto en un sector no consolidado de la ciudad, donde coexisten edificios de vivienda colectiva, espacio público de jardín y terrenos agrícolas, caracteriza un contexto híbrido donde los árboles logran ser los grandes protagonistas. La ubicación del edificio buscó maximizar las áreas permitidas, en las que la geometría de los límites del terreno se convirtió en el molde que dio origen al volumen arquitectónico, mientras que la posición de las aberturas busca los árboles que disciplinan las ansiadas vistas hacia el exterior.
El Programa
La
compatibilización entre los requisitos de los espacios obligatorios
para pertenecer a la red pública de educación en danza, con las
restricciones impuestas por la legislación urbanística en cuanto a
áreas, fue el principal problema a resolver. La solución espacial se
basa en la configuración geométrica de los límites del terreno, un
trapezoide compuesto por un rectángulo y dos triángulos rectángulos. Los
espacios rectangulares forman los límites de los principales espacios
de danza, los estudios y los vestuarios. Los espacios triangulares
forman los límites de los espacios de servicio y circulación. Esta
compacidad del programa permitió crear espacios de doble altura que se
comunican visualmente entre sí a través de grandes ventanas interiores
que duplican la sensación espacial. Las aberturas colocadas en los
vértices de los triángulos permiten que el verde exterior del jardín sea
siempre el escenario principal en los espacios de circulación.
La Idea
El deseo de que la arquitectura y la danza se fusionen en un
arte común, en el que el rigor y las reglas que disciplinan los límites
rígidos de la materia y la forma del espacio evoquen la belleza del
cuerpo en movimiento. Para completar el escenario de la danza, solo
podemos agradecer la presencia asidua de los árboles como atentos
espectadores del espectáculo.