
A medida que muchos clubes de campo del Valle de Coachella, construidos con un estilo de vida golfista, se acercan a su sexta década, sus propietarios se enfrentan cada vez más a un dilema común: qué hacer con una casa antigua, construida con sensibilidades y aspiraciones de estilo de vida ya pasadas. Este fue el desafío de diseño al que nos enfrentamos.
La casa existente, de 50 años de antigüedad, contaba con una impactante sala de estar circular, pero posteriormente el plano se volvió muy segregado y centrado en el interior. Esta segregación del espacio, tan centrada en el interior, era incompatible con la informalidad de un club de campo actual, la fluidez entre el interior y el exterior y las actividades multigeneracionales. La piscina y la zona de estar al aire libre, ubicadas en el lado norte adyacente al fairway, se encontraban a la sombra invernal de la casa y eran indiferentes al sol del sur y a la vista panorámica del Monte Eisenhower. Aún fascinados e inspirados por la sala de estar circular original de la casa, decidimos demoler la estructura existente y dejar que el nuevo diseño se inspirara en la geometría curva original.

La casa Eldorado Tres, vista desde arriba, consta de dos lunas crecientes consecutivas: una orientada al sur, que da la bienvenida al sol de invierno y al panorama de las escarpadas colinas, y la otra orientada al norte, hacia el fairway del hoyo 17.
La lógica de planificación del terreno y la distribución en forma de doble medialuna se hace evidente al llegar al vestíbulo, ubicado en el vacío entre ambas medialunas. Desde este núcleo crucial, las vistas se abren a cuatro zonas diferenciadas: al norte, se observa el hoyo 17 a través de una pared de cristal, pasando la sala familiar/multimedia; al este, un tranquilo oasis de palmeras que evoca los característicos grupos de palmeras naturales autóctonos de los cañones que rodean el Valle de Coachella; al sur, se revela la gran sala y el amplio ventanal con la piscina privada y el jardín que enmarcan el Monte Eisenhower; finalmente, al oeste, se accede al grupo de palmeras que alinea el sendero hacia la entrada principal.
La intencionalidad del largo paseo que conduce a la puerta de entrada se vio impulsada por el deseo de preservar un olivo de 50 años en la entrada de la propiedad. De naturaleza majestuosa y apacible, el olivo marca el ritmo del recorrido a lo largo del sendero sinuoso y a través de la poesía monocromática de los materiales hasta revelar progresivamente la puerta de entrada.

Las estrategias pasivas se iniciaron con el diseño del terreno de la casa, incluyendo la optimización estacional de la orientación de los aleros y el acristalamiento sur, así como la incorporación de abundantes y frescos acristalamientos norte.
Los suelos de terrazo vistos aportan masa térmica a la orientación solar pasiva. La ventilación cruzada se complementa con amplias ventanas practicables norte/sur. Además de estas estrategias pasivas, los paneles solares fotovoltaicos y las baterías de respaldo ayudan a la casa a evitar los altos costos de servicios públicos por tiempo de uso.
La casa fue parte del Tour de Casas de Primavera del Club y demostró a través de una vida interior y exterior fluida la facilidad que resulta de los conceptos de planificación del sitio atemporales y el diseño moderno.