
Además de su función principal como mercado, el espacio evolucionó hasta convertirse
en un punto de encuentro para eventos de diversa índole, como ferias, exposiciones y conciertos, aprovechando su ubicación central y tamaño.
El Mercado Municipal de Fornos de Algodres (1902) es un edificio histórico que ha desempeñado un papel central en la vida de la comunidad a lo largo de las décadas. Fue objeto de intervenciones en las décadas de 1930 y 1990.
La intervención de los años 90 tuvo como objetivo mejorar la funcionalidad del mercado mediante diversas actuaciones, siendo la principal la creación de varias cubiertas de cerchas metálicas a diferentes alturas con el fin de ofrecer una protección prolongada de la plaza a sus usuarios, pero también mediante la recalificación del pavimento y el cerramiento de los comercios con carpintería de PVC.

El encargo previó la creación de un espacio polivalente protegido y
flexible, la reconfiguración de los comercios y la recalificación del
espacio público.
Sin embargo, la intervención no se adaptó a las nuevas necesidades de la comunidad, resultando inadecuada, especialmente durante los meses de otoño e invierno, cuando las severas condiciones climáticas de la región dificultaban su apropiación. El sistema de techado no protegía adecuadamente del viento y la lluvia, y la configuración de las tiendas no permitía una relación fluida entre comerciantes y visitantes. El uso del edificio también resultó en una experiencia introvertida, ya que no establecía conexiones de calidad con su entorno inmediato, la ciudad, ni con el impresionante paisaje de la Serra da Estrela. Además, cuando no estaba en uso, el mercado permanecía cerrado al público, desaprovechando su potencial como espacio de apropiación comunitaria.
Dado el bajo presupuesto disponible para una superficie tan extensa (~255 €/m²), el proyecto adoptó un enfoque centrado en lo esencial. La flexibilidad en el uso del mercado fue prioritaria, lo que se tradujo en intervenciones específicas que eliminaron barreras físicas y visuales. El enfoque de diseño se basó en la eliminación de elementos innecesarios o condicionantes como un acto creativo. Esta economía de recursos sustentó una estrategia de reutilización de la estructura existente e integración de nuevos elementos constructivos, lo que planteó importantes retos en la compatibilidad entre lo existente y lo nuevo. Fue necesario abordar las limitaciones métricas, el estado de conservación de los materiales originales y la adaptación a los requisitos normativos. Además, las infraestructuras de saneamiento, pluviales y eléctricas también se reutilizaron parcialmente.
Además de la mejora funcional, también se buscó restaurar las características originales del edificio que, con el tiempo, se habían perdido u ocultado. En particular, se prestó atención a su reminiscencia como “bulevar”, en referencia a su papel como espacio público central en la vida de la ciudad.

Esta rehabilitación busca preservar el carácter histórico del edificio, adaptándolo a las necesidades actuales, promoviendo la flexibilidad de uso y la integración con el paisaje urbano y natural circundante. La permeabilidad al espacio urbano no solo reactiva su función como centro comercial, sino que también lo transforma en un espacio disponible para la comunidad en cualquier época del año, independientemente de su uso formal. Esta reapropiación del espacio público es fundamental para que el mercado vuelva a ser un punto de encuentro, fortaleciendo la identidad de la ciudad y promoviendo la interacción entre sus habitantes