
Casa Lelis está ubicada en Los Reartes, un pueblo de las Sierras de Córdoba, donde la arquitectura tradicional se caracteriza por paredes de piedra y techos ligeros de palos y chapas metálicas.
En este contexto, el edificio respeta la tecnología local y sintetiza su materialidad en dos elementos: hormigón y blanco.
Sobre un terreno de 10 x 30, la casa de 8 x 12 se organiza en franjas longitudinales que definen los espacios de planta baja, servicio, estar y galería sobre la que se superponen perpendicularmente los dormitorios de la planta alta.

Al sur, se encuentra el módulo de servicios, estereotómico, de tecnología artesanal construido en hormigón ciclópeo y de escala contenida.
Tiene piedras en la fachada que continúan hacia el interior en las zonas cálidas, al frente en la cocina, en el centro en la salamandra y la parte de atrás en la parrilla.
Este volumen macizo presenta dos perforaciones irregulares y facetadas, como si fueran grandes piedras extraídas. Una al fondo, que abre una pequeña terraza hacia el jardín. La otra es un espejo que refleja una porción del paisaje serrano en la composición de la fachada y permite observar el movimiento del pueblo desde la cocina.
En la escalera, el hormigón se desborda hacia el salón con sus primeros escalones, que emergen del suelo, y se elevan como una ligera estructura de chapa blanca plegada que flota entre los muros de hormigón.
Al norte, se ubican los otros dos módulos destinados a espacios sociales, tectónicos, de tecnología industrial y de unidad material a través del acabado blanco. Construidos en una estructura metálica colocada cada cuatro metros que soporta la cubierta de palos redondos, revestida con machihembrado por dentro y chapa ondulada por fuera. Esta ligereza permite que el espacio interior fluya, integrando el estar-comedor con la galería. La planta superior da tanto al patio como al comedor.
Finalmente, la casa se envuelve con un sistema de cerramientos móviles que habilitan y cualifican un espacio intermedio. Las distintas configuraciones de apertura que regulan la entrada de luz definen la atmósfera interior y la envolvente es por tanto cambiante, sensible al entorno y al uso. Al ser una casa de fin de semana, permanece completamente cerrada la mayor parte del tiempo, evidenciando su síntesis formal.

Con detalles como el tirador de entrada conformado por cuatro piedras flotantes de Micosa Blanca, un escalón de Piedra del Campo suspendido sobre la terraza, los cambios intencionales de escala y una línea de vidrio en todo el desarrollo de la casa que separa el blanco de la base de concreto, se busca reforzar la evidente dualidad entre solidez y ligereza de la obra. Con la apertura diferenciada hacia el paisaje serrano que la integra al entorno más la yuxtaposición de técnicas constructivas, se establece el diálogo entre lo esencial, lo perdurable y lo etéreo.